Quiero comenzar recordando que la defensa de la Vida, la defensa de la persona que va a nacer, ha constituido, constituye y constituirá siempre la piedra angular de esta Federación europea “One of Us”. Hoy más que nunca, porque somos plenamente conscientes que hoy, el momento que hoy vivimos, no es cualquier momento.

Vivimos un momento singularmente difícil para nuestras convicciones más profundas. Sufrimos una singular ofensiva, de carácter cultural, en Europa, en cada una de las naciones europeas, probablemente como nunca antes la habíamos vivido.

Tras la división y fractura social que ha vivido y vive los Estados Unidos, Europa se ha convertido en el lugar escogido, para tratar de reemplazar, sustituir y destruir un orden social basado en los fundamentos cristianos por otro orden, más bien por un desorden social, sin paliativos, como los hechos nos demuestran.

Una extraña asociación del dinero y del marxismo cultural ha ido constituyendo una moda dominante que está ganando una batalla cultural. Con seguridad va a fracasar, pero sin embargo, hoy está ganando por goleada.

 

El dinero se ha ido convirtiendo progresivamente en la única referencia sólida para muchos, y el marxismo cultural lleva a esta moda dominante a una obsesión enfermiza para el entierro y la destrucción de todos los fundamentos cristianos de nuestra civilización, de nuestra Europa.

Todo ello arrancó con la expresión de un mal, de una tragedia para nuestra civilización, de un suicidio para nuestra sociedad; la legalización y posterior legitimación política y social del aborto.

Aquello significó un punto de inflexión en el mal, y a partir de esa fecha, como si se tratase de un plano inclinado, constante y permanente, sin que parezca que tenga fin, se fueron introduciendo nuevos y falsos derechos, se fue distorsionando la naturaleza de la persona humana y su dignidad.

No hemos sabido administrar nuestro bienestar material creciente. Hemos pasado del prestigio de la verdad al rencor respecto de la misma. Hemos huido de la verdad como de la peste, hemos cambiado una jerarquía de valores, hemos ido perdiendo referencias permanentes en nuestra vida.

El aborto, su aprobación, tuvo posteriormente su prolongación en la ideología de género – el instrumento más sofisticado de este desorden social-, y llegaron los privilegios para los colectivos LGTBI en la educación en los colegios de nuestros hijos y en los medios de comunicación.  Siguió prolongándose en el transhumanismo, y en todas las manifestaciones “Trans”, en la mal llamada “diversificación familiar” para debilitar a la familia, en el arranque de la legalización de la Eutanasia que hoy vivimos singularmente.

Si el aborto fue la expresión del mal, la Ideología de género es su expresión más sofisticada en el enfrentamiento de esta moda dominante con la naturaleza humana, con la Biología y con la Ciencia. La Eutanasia es la culminación de la socialización del mal, esto es, la ampliación y extensión de la cultura de la muerte.

La pregunta que debemos hacernos y que tenemos la obligación de formularla en voz alta es si al cabo del tiempo, desde el arranque de este proceso, la sociedad, la situación es mejor o peor. La pregunta es si estamos mejor o peor. La conclusión es obvia: hemos aumentado y acrecentado el grado y nivel de desorden social y político en el conjunto de nuestra sociedad, singularmente en la última década. Cuanto más se ha acelerado el proceso descrito, el desorden político y social se ha multiplicado.

En la fecha de hoy, en este año 2021, se ha abierto un debate sobre el futuro de Europa, impulsado por las instituciones europeas, en el que muchos van a pretender que constituya un paso decisivo en el proceso de reemplazo, sustitución y destrucción de un orden social, al que me acabo de referir.

No podemos olvidar que, en muchos casos, no hay políticos al frente de los gobiernos e instituciones, sino que nos encontramos con inventores o reinventores de la persona humana y de su naturaleza, de la Biología, de la Historia, de la Ciencia, de la Nación, y también del significado de la Unión Europea.

En este contexto, en este proceso, nosotros, la Federación “One of Us”, nació en 2013 con una iniciativa popular de recogida de casi 2 millones de firmas de europeos, en la defensa de la Vida. Quiero recordar en este  momento el impulso decisivo de nuestro inolvidable Presidente de Honor, en aquellos momentos Presidente de la Comisión Constitucional del Parlamento Europeo, Carlo Casini, al que hoy recordamos con un profundo agradecimiento, cariño y admiración. Gracias Carlo.

No solo quisimos agrupar organizaciones, -hoy somos 47 en 19 países-, sino que quisimos posteriormente sumar a pensadores y europeos en una “Plataforma One of Us” el año 2019.

No escondemos nuestra realidad, indudablemente somos una organización modesta, humilde, llena de limitaciones económicas, implantada de forma desigual en nuestros países europeos, que afronta una batalla tan desigual como la que enfrentó David a Goliat. Podrá ser modesta, y lo es, pero nunca nos hemos resignado, ni nos resignamos ni nos resignaremos, ni tenemos miedo al qué dirán, ni mucho menos nos vamos a callar.

Hoy más que nunca, en esta etapa tan difícil, en el momento en el que arrecia esta ofensiva cultural, queremos reiterar nuestro compromiso y convicción en la Defensa de la Vida, en la Defensa del ser humano más desprotegido, esto es, la persona que va a nacer en el vientre de su madre.

One of Us, su Federación, su Plataforma de pensadores, hoy es más necesaria que nunca.

One of Us es sinónimo de ilusión, de esperanza y sobre todo de tenacidad y perseverancia, y por ello queremos decir alto y fuerte que No a la resignación, que No a la cultura de la muerte.

Estaremos en el futuro donde estamos hoy, esto es, con nuestros fundamentos y principios, cuando esta moda dominante fracase.

Más allá de la moda dominante, más allá de la fuerza brutal de esta corriente en los medios de comunicación, tenemos razón, tenemos la razón, tenemos múltiples razones para defender el don de la Vida, como la piedra angular de nuestra civilización occidental.

Lo reitero, los hechos nos avalan. Cuando hemos despreciado la cultura de la vida, la verdad, la naturaleza y la dignidad de la persona, el desorden se apodera de nuestra sociedad en el ámbito político y social. La historia en la última década de Europa, de la Unión Europea, es la expresión máxima de un desorden social y político.

Nosotros estamos fuera de la política de partidos, queremos la regeneración de la Unión Europea, no su destrucción. Queremos, como dice Remí Brague, la liberación de los europeos de una moda dominante que, añado, cada vez más es autoritaria y uniformizadora. Queremos el fortalecimiento de los fundamentos cristianos de Europa.

Permítanme una reflexión final. La crisis de civilización, de fundamentos, la crisis de la verdad, la crisis de la persona, se fundamenta en una crisis por encima de cualquier otra. La  pérdida de fe, el desprecio por la dimensión religiosa y espiritual del hombre y de nuestra sociedad.

Nadie pretende – nosotros tampoco-, imponer, obligar a que todos los europeos compartan nuestra fe. Lo que simplemente pretendemos es que se termine con esta obsesión enfermiza de destrucción de los fundamentos cristianos de Europa, empezando por la Cultura de la Vida.

El debate más importante en los próximos años en Europa no se va a producir entre una derecha clásica y una izquierda tradicional, en un debate de más o menos estado, de más o menos impuestos. El debate más importante en los próximos años en Europa va a ser protagonizado por el “relativismo” y los “Fundamentos”, por quienes no creen en nada o casi nada y los que queremos creer, aunque por ello nos llamen Fundamentalistas.  Relativismo frente a los fundamentos cristianos;  este es y será el eje del debate. Y precisamente por ello, no basta con la apelación al diálogo, cuando sabemos que su objetivo es la destrucción de nuestros fundamentos.

Tenemos que estar presentes y hacernos escuchar en este debate del futuro que ha arrancado ya.

Esta es la principal razón por la que desde esta Federación One of Us y Plataforma de pensadores, con otras organizaciones e instituciones, vamos a impulsar una Convención para defender los fundamentos cristianos de Europa, que celebraremos el próximo mes de Abril en Bruselas.

Para liberar a los europeos de esta moda dominante, caracterizada por el relativismo, impulsada por el dinero y el marxismo cultural, tenemos que ser capaces, desde nuestra modestia y humildad, pero también desde nuestra ambición, impulsar y presentar una alternativa cultural en Europa, en cada uno de los países de Europa.

La denuncia de la situación es necesaria, pero no suficiente. Pero tenemos la obligación de formular y presentar propuestas, una alternativa.

Tenemos que saber vencer el miedo, el miedo reverencial a un ambiente, a lo políticamente correcto. Hoy tenemos que tener el valor y el coraje para denunciar la injusta persecución que sufren Gobiernos como el de Hungría y Polonia, por la defensa de nuestros fundamentos cristianos, porque esto es decir la verdad de lo que sucede, aunque muchos enuncien falsos pretextos para justificarlo.

Europa no se regenerará despreciando su dimensión religiosa y espiritual, no se regenerará abrazando el vacío de la nada, del relativismo y desde una extraña venganza  a lo que ha sido esencia de nuestra civilización. Europa no se regenerará desde la mentira, enfrentada a la verdad.

No queremos socializar la nada. No queremos una Europa vacía de fundamentos, valores y raíces, en la que olvidemos a nuestros padres fundadores.

No queremos una Europa autoritaria,  de carácter totalitario, que imponga desde la mentira y con nuestro silencio un nuevo orden social, en el que la cultura de la muerte siga avanzando.

Por el contrario, sí queremos buscar la verdad, sí queremos confirmar que la verdad nos hará libres, sí queremos una nueva y renovada cultura de la vida.

Sí queremos la regeneración de Europa, y el valor de la Unión.

Sí queremos un cambio de actitud personal, de muchos europeos, desde la esperanza, desde la resistencia y desde la denuncia de lo que hoy domina, pero sobre todo desde la autenticidad de una minoría creativa capaz de presentar una alternativa cultural basada en nuestros fundamentos cristianos.

Jaime Mayor Oreja