Las Fundaciones Valores y Sociedad y Villacisneros organizan mensualmente unas mesas redondas y conferencias para «El necesario fortalecimiento de España” que están despertando a la sociedad civil del letargo al que algunos la quieren someter. Cuando se comparte espacio ideológico, a los que mandan no les suele gustar que haya quien se desvíe de lo establecido como políticamente correcto, diciendo lo que les resulta molesto escuchar. Sin embargo, es necesario, es imprescindible. La libertad de expresión, que consagra nuestra Constitución, garantiza también el libre pensamiento y la pluralidad, que estas conferencias están canalizando extraordinariamente.
El miércoles 14 de marzo se celebró la última de ellas, bajo el epígrafe “La defensa de nuestra historia”. Ponentes de primer orden mostraron su unánime preocupación por la amenaza que se cierne ante la sociedad española a través de la posible aprobación de una ley que pretende establecer una única visión del pasado reciente de España, imponiendo multas y penas privativas de libertad a quienes no se ciñan a aceptar esa historia obligatoria.
Y es cierto. Hay movimientos ideológicos que buscan falsear el pasado para resarcirse de sus resentimientos. Pero también ocurre, muchas veces sin mala intención y sin leyes de por medio, que se puede dar una visión incompleta de la historia porque se narra o analiza solo desde un punto de vista determinado. En la mesa redonda del 14 de marzo, Rafael Arias-Salgado hizo una defensa cerrada de la ley de Amnistía de 1977 como instrumento que sirvió para la reconciliación nacional. Se vanaglorió incluso de que fueron amnistiadas no solo aquellas personas encarceladas por delitos políticos, sino que también lo fueron las que tenían “delitos de sangre”; es decir, los asesinos. Es decir, los terroristas de ETA.
La verdad histórica, aunque sea muy incómodo reconocerlo, es que aquella amnistía sacó de la cárcel a 1.232 etarras, que el 55 por ciento de ellos, 676, se reincorporaron a la banda asesina, tal y como detalló el diario ABC en un reportaje publicado el 31 de enero de 1996 (http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1996/01/31/024.html) y que aquellos etarras amnistiados fueron los autores de los asesinatos que en los años sucesivos sembraron España de muerte y sufrimiento. La realidad histórica es que los 77 crímenes que ETA había cometido antes e incluso durante la tramitación de la amnistía quedaron impunes.
El pasado no se puede cambiar, ni tergiversar, pero se debe conocer. Y, desgraciadamente, la Ley de Amnistía que pretendió hacer borrón y cuenta nueva para la reconciliación de los españoles, tiene ese trágico lado oscuro que no se puede soslayar.
Como dijeron Tom Burns y Marcelino Oreja en la mesa redonda, la historia son hechos, la memoria son recuerdos. Y los hechos están ahí, cada uno que los interprete como le parezca, sin imposiciones y sin ocultamientos. Lo que a unos les parece que fue bueno, a otros les parece que no. No nos pueden obligar a que todos pensemos lo mismo. A mí me parece que la Ley de Amnistía se debió de hacer de otra manera más prudente, previsora y justa. Y quisiera que la historia también contase sus trágicas consecuencias negativas. Y lo tengo que decir.
Ana Velasco Vidal-Abarca