Estamos inmersos en una sociedad que comienza un principio de siglo, el XXI.
Sería conveniente recordar en el 2016 de este mismo siglo, que existen otras formas de vida distintas a las que se están adoptando en este momento por miles y miles de personas en los distintos países que pueblan los continentes existentes.
En las advertencias disciplinarias o avisos de la prensa escrita o digital deberíamos llamar a la ciudadanía a la reflexión histórica para afianzarnos en la idea de que no existe nada nuevo bajo el sol. Todo es repetible en la historia y en los acontecimientos transcurridos a la humanidad.
La lectura de ensayos filosóficos acrecienta mi conocimiento de la interpretación intelectual de la fe cristiana.Está cada día más extendido escuchar en las reuniones sociales o profesionales la frase: ”soy ateo” o “ yo no soy creyente”.
La tarea de hacer ver que el hombre cristiano por serlo atiende a ciertos aspectos de lo real es compleja y difícil. El hombre cristiano descubre problemas y evidencias que de otro modo le serían ajenos.
Existen ya dos milenios en los que la humanidad ha ido recibiendo con desigual intensidad el cristianismo, que ha afectado a los que de verdad sienten ser cristianos y a los que no lo son o han dejado de serlo.
Me parece absolutamente imprescindible extender en este momento a la sociedad actual una perspectiva cristiana, analizarla, descubrir sus ingredientes principales y sus conexiones.
Esa hostilidad al cristianismo que encontramos en este principio de siglo XXI, está destruyendo parte de la convivencia. Es conveniente averiguar, si es posible, las causas a esa hostilidad al cristianismo dentro del mundo cristiano.
Para ello estamos necesitando personas determinadas que se articulen con pensamientos claros, auténticos, sin dar muestras de confusionismo, precisando claridad, y mostrando una conducta real con valores.
Es lo que precisa nuestra sociedad.
Conchita García-Polledo.
Filóloga.